miércoles, 28 de octubre de 2009

Hacer promesas...
Borja Lucena

Hay pocas ideas capaces de hacerme bajar de esta rara creencia en la que vengo cayendo desde hace unos años, creencia que desfonda, como líquidos sin recipiente, cada una de las seguridades a las que estaba acostumbrado. Solía pensar que la filosofía le daba consistencia a mi alma sedienta de banalidades, sedienta de contingencias fugaces, de instantes luminosos y también de otros tan poco profundos como oscuros y peligrosos.
Me gustaba secarme de tanta humedad a la luz del medio día del brillante sol de Platón. Y sin embargo, de pronto un día, el mundo luminoso de las ideas se esfumó y en su lugar se quedaron todas mis pasiones efímeras.
Apareció entonces la muerte en sus formas más terribles, la ausencia… la espera. Su extraña familiaridad me hizo sospechar que había acompañado cada uno de mis desvelos durante años, tal vez todos los años, oculta bajo el disfraz del miedo.
Pero una de aquellas ideas luminosas aún pervive: hacer promesas.

Y no hay nada como la música para hacer promesas.

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